{LOS NO TAN TERRIBLES DOS}
Los «terribles dos» son conocidos como esa etapa en los niños cuando empiezan a volverse un poco más «difíciles». Protestan, se frustran, nos contradicen, gritan y no les importa el momento o el lugar para hacerlo. Estos episodios suelen ser de alta intensidad emocional y de aparición repentina e incluso sin un motivo claro aparente. No es de extrañar, que como papás nos sentimos frustrados, estresados e incluso preocupados de que no estemos haciendo algo bien.
Recientemente, se han hecho muchos estudios en el área de las neurociencias que están ayudando a psicólogos y personas que trabajan con niños a entenderlos mejor, y por ende a crear estrategias más eficaces para manejar estos «berrinches». El descubrimiento más importante probablemente es el hecho de que la aparición de los «berrinches» es un indicador de un niño atravesando un desarrollo mental sano. Sí. Así. Alrededor de los 2 años de edad (puede ser antes, o puede ser después) la frustración hace su entrada triunfal al cerebro de nuestros hijos. Es parte del proceso de maduración normal: para que un niño aprenda a manejar la frustración, primero tiene que experimentarla en toda su extensión. Y eso no siempre es lo más cómodo para nosotros como papás.
El niño experimenta la frustración y no sabe como manejarla; resultado: explota. ¿Por qué? Porque son demasiadas emociones ocurriendo a la vez, mezcladas con la incapacidad para obtener lo que desea. Lo curioso es que incluso nosotros como adultos, muchas veces no sabemos manejar la frustración, explotamos y eso es visto como «normal». Ilógicamente comprendemos esta situación en un adulto (con un cerebro completamente maduro en términos de crecimiento), pero no la comprendemos en un niño pequeño (cuyo cerebro está «nuevo», y aún muy lejos de alcanzar su maduración completa).
Sin embargo, esto no quiere decir que tenemos que permanecer pasivos frente a los «berrinches». Lo que sí, es que tenemos que cambiar los anteojos con los que vemos estos acontecimientos: nuestro hijo no nos está manipulando, nuestro hijo no es «malo». Ese cambio de perspectiva nos ayudará a actuar mejor durante una situación así.
¿Qué podemos hacer entonces? Les presento a continuación algunos consejos prácticos:
Respira profundo y ayúdale a identificar qué es lo que siente. Los niños (e incluso muchos adultos) carecen de habilidades para identificar sus emociones, y eso es parte de su frustración. Ayudarlos a entender qué sienten, los ayudará a tranquilizarse y a aprender acerca de ellos mismos.
Agáchate a su nivel y valida su enojo. Dile que entiendes que le enoja no poder hacer «tal cosa», pero que en este momento no es posible.
Preséntale opciones (si es posible). «Entiendo que estás enojado porque quieres jugar con ese cable. Pero te propongo que juguemos con esta pelota».
Mantén la conversación sencilla y clara. No des muchas explicaciones, ni utilices muchas palabras. Eso solo lo confundirá y por ende frustrará más
Finalmente, es importante mencionar que el hecho que el berrinche continúe no significa que las estrategias no están funcionando. Recuerda que lo que queremos es proveerle un aprendizaje a largo plazo sobre el manejo de emociones, más que un alivio temporal. Experimentar frustración y expresarla de manera segura es parte de un crecimiento sano.