{LA CAMA DE LOS PADRES}
La cama de los padres es un lugar seguro. Aunque es innegable que a ratos extraño tener mi espacio de forma ininterrumpida, sé que el hecho que busquen refugiarse en ella, es señal de un vínculo bien establecido, de un apego seguro. Mis hijos grandes duermen en sus camas, las horas que necesitan para su edad, y "de corrido". Pero saben que tienen permiso de regresar durante la noche si lo necesitan. No lo hacen todas las noches, y creo que en parte es porque saben que pueden hacerlo.
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La cama de los padres ofrece un espacio multi-sensorial que naturalmente regula el sistema nervioso: olores familiares, el peso y contención de las frazadas, el sonido de la respiración cercana. Y es que aunque muchas veces nos incomoda aceptarlo, somos mamíferos. A la antropología y biología poco le importan los avances de los últimos 100 o 50 años. Primariamente, seguimos teniendo las mismas necesidades sensoriales y neurobiológicas.
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El ser humano está hecho para la independencia, sí. Pero no con la prisa y la rapidez con la que nos han hecho creer que debe ocurrir. Así como confiamos en que nuestro cuerpo sabe formar un bebé en 9 meses, debemos de aprender a confiar en el mamífero en nosotros que busca el cuerpo de su manada para recargar. Después de los 7 años de edad, la búsqueda de esa corporalidad disminuye drásticamente, pero siempre sigue siendo importante.
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Irónicamente, la mejor forma de enseñar a un niño a auto-regularse es respondiendo a sus necesidades durante sus etapas más tempranas de vida. Esto asegura que se establezca el crecimiento y madurez cerebral necesario, para efectivamente lograr que se desarrollen las áreas necesarias para la auto-regulación