{DEJAR IR: DIFÍCIL PERO NECESARIO}



Hoy, les quiero hablar acerca de DEJAR IR. Creo que todos lo sabemos: la vida es de cambios, debemos adaptarnos a los cambios, etc. Sin embargo, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. ¿Por qué?

Bueno, primero que nada porque el cerebro del ser humano está diseñado biológicamente para buscar seguridad y no felicidad, como comúnmente se cree. Frecuentemente, ese mismo cerebro confunde seguridad con monotonía, o seguridad con costumbre (gracias por nada, cerebro)…y por lo mismo nos “sabotea” para que permanezcamos en un lugar conocido (por más dañino que este sea).
Todos hemos estado allí alguna vez: el trabajo que no nos gusta, la amistad (o relación familiar) que nos sabotea, la carrera profesional que ya no nos llena, la pareja que nos desgasta etc. Y permanecemos. Permanecemos. Permanecemos. Permanecemos, porque creemos que “pronto algo va a cambiar”, o que “solamente es una etapa” o que “la próxima vez no será así”…pero estamos equivocados. Y así, sin darnos cuenta permanecemos allí por días, meses y AÑOS…hasta que no sabemos en qué momento el tiempo pasó y nos quedamos allí, sin hacer nada, viviendo una vida que NO nos llena.
Repitan conmigo: la monotonía y la costumbre pueden hacernos sentir como si estuviésemos seguros y "en control", pero solamente nos limita a ser todo lo que potencialmente podemos ser.  La monotonía y costumbre nos dan la ilusión de seguridad...pero es solamente eso: una ilusión. Esto me lleva a la segunda razón por la que nos cuesta tanto dejar ir:


Cada vez que creamos una relación de costumbre con algo o alguien, invertimos una parte de nosotros. Hay algo nuestro que permanece en ese lugar, o con esa persona…o por lo menos así se siente. Es como regresar al colegio en donde estudiamos, o volver a ver a un amigo de la infancia: nos alegramos o nos conmovemos porque hay algo de nosotros en esa persona. Hay un pedazo de lo que fuimos allí. Por lo mismo, decir adiós a una persona o lugar, nos hace sentir como si nos estuviéramos diciendo adiós a nosotros mismos (inconscientemente claro, por eso nos frenamos al cambio). Y en parte, es cierto.
El tema es que esto no es necesariamente algo malo. ¿Por qué? Porque avanzar en la vida requiere necesariamente crear constantemente nuevas versiones nuestras. Cada nuevo reto en la vida, NECESITA una nueva versión nuestra. Una vez y entendemos esto, y que además podemos (y debemos) reinventarnos las veces que se nos dé la gana, entonces dejaremos de tener tanto miedo a dejar ir. (Y bueno, la verdad es que nada nuestro se queda nunca con nadie: nos lo llevamos todo en la mochila, todito…ese es el aprendizaje infinito de la vida).
Además, aquello a que nos aferramos tan vehementemente, ¿adivinen qué? TAMBIÉN CAMBIA. También evoluciona y crece...entonces, si nosotros nos quedamos, lo más probable es que tarde o temprano, eso (o esa persona) a la que nos estamos aferrando, cambie también. Así que de todas maneras el cambio es inevitable, pero tenemos la opción: ¿vendrá motivado por nosotros o como consecuencia del cambio de alguien más?


Para terminar, ya que no quiero hacer estos "newsletters" tan largos, hay algo muy importante que deben saber:

--EL FUTURO LLEGA PRIMERO EN FORMA DE SENSACIÓN.--

¿A qué me refiero con esto? Siempre, siempre, siempre sentimos algo en nuestro cuerpo que nos indica que es momento de cambiar. Tenemos esa sensación, ese sentimiento que nos recorre el cuerpo y que nos acompaña todo el día. Lo sabemos, lo sentimos y sí…lo ignoramos. Es como un susurro en el oído que nos dice: “Hey Andrea, sabes que? Creo que es tiempo de que cambies/pruebes/intentes/etc”. Eso tan poderoso que nos llama, es sabiduría milenaria que hemos perdido a través de la evolución de la humanidad. Es simple y sencillamente, nuestra intuición. Claro, la razón/el razonamiento es algo importantísimo también, pero siempre está influenciado por creencias y paradigmas que hemos mantenido a lo largo de nuestra vida (de esto hablaremos en otro email). Así que nuestro razonamiento no es siempre tan confiable como creemos. Muchas veces pedimos señales, y muuuuuchas veces más obtenemos las señales que necesitamos pero las ignoramos.

Así que me despido (sí, ahora sí) con este pensamiento:

En lugar de tener miedo a irnos de cualquier lugar o de cualquier persona, preguntémonos qué es todo lo que podemos ahora crear/ser, y llenar ese espacio que ya no estará ocupado.

Hay tanto espacio que se abre, cuando algo se va. ¿Con qué lo llenarían? ¿Con quiénes lo llenarían?